Malditos partidos políticos (el título clickbait que me permite hablar de Conca cuando todo el mundo sólo piensa en clave local)

La cuenta atrás para dejar de ser electo ha llegado. Una de las consecuencias: me miro las elecciones con mayor perspectiva que nunca. A lo largo de mi paso por la política institucional, puedo afirmar que he adquirido el conocimiento de todo lo que se necesita para ser alcalde, viviendo las campañas por dentro a la vez que gestionas las perspectivas y realidades del día a día de los vecinos y vecinas.

La política actual está llena de expectativas versus realidad. Es bien conocido el fenómeno de las promesas que desaparecen el día siguiente a las elecciones. Este hecho me lleva a la reflexión sobre la importancia de la coherencia entre el decir y el hacer. Las palabras no significan nada si no se traducen en acciones. Dime menos y haz más. Esto es más necesario que nunca en política.

El gran problema de la carencia de autenticidad en los discursos políticos es más que evidente. Hablar de ser un gran municipio o hacer inversiones con sólo palabras no te hace político. La política se ejerce: con acciones, con compromisos y no con «palabros». Es positivo para todo el mundo ser coherente, decir lo que defiendes, sin buscar sólo la aprobación de los demás. Esto es lo que echo de menos, y quiero pedir, a todos los partidos políticos y candidatos: que se posicionen, sin pensar sólo en la papeleta de voto del domingo 28.

Además, es importante denunciar los pactos soterrados y los intereses de partido (¡malditos partidos!). Esos acuerdos que se esconden a los votantes, porque después de los comicios toca repartir pasteles. Necesitamos una política de ir de cara, que argumente sin estar pendiente de encuestas electorales, que se posicione sin intenciones escondidas. Y, si el partido no gana, no pasa nada: es posible que ganen los ciudadanos. Realizar propuestas intrépidas, argumentarlas y ejecutarlas. Ésa es la vía.

Ser conquero (gentilicio para los habitantes de la Conca d’Òdena que acabo de improvisar), por ejemplo, significa mancomunar servicios, ampliar equipo, homogeneizar impuestos, derechos y deberes, subvenciones y mejorar la vida de todos los que viven en ella, sin el agravio de la rayita del límite de municipio. Quiere decir tener fuerza para reclamar que pasen cosas en nuestro territorio, desde el país, y tener una población de unos 70.000 habitantes para atraer oportunidades y pedir que queremos ser importantes dentro de Catalunya. Ser conquero significa, ser generoso. Compartir polígono y gobernanza, compartir parque agrario y gobernanza. Compartir… Y quizás, sólo quizás, llegue el momento de ser municipio único, pero no antes.

Para ello, hay que dejar de lado los intereses de los partidos y no perder el foco del que nos mueve. Aunque alguien deje su cargo político, su compromiso con la comunidad no debería desaparecer. Se puede seguir luchando por aquello en lo que creemos, como Alejandro Magno, y quemar las naves, si es necesario.

La política necesita una revolución basada en la autenticidad, la coherencia y el compromiso real con la ciudadanía. Es necesario dejar atrás las palabras vacías y las medias verdades para construir un futuro mejor para todos. Sólo así, podremos empezar a construir una sociedad más equitativa, justa y transparente.

Nuestra comunidad, la Conca d’Òdena, ha sido un valor potentísimo para mí durante todos estos años como alcalde. No valen las medias verdades o las promesas electorales del sí pero no. Es necesario proponer lo que quieres hacer, pasar por el filtro de las elecciones, para después cumplirlo; pero no simular que no ha podido ser. Necesitamos más acción, mayor coherencia y menos palabras vacías.

Espero que el futuro de nuestra política esté lleno de candidatos auténticos y comprometidos con su comunidad. Que no busquen la aprobación, sino que defiendan lo que creen. Que dejen a un lado los pactos soterrados y los intereses ocultos. Que se posicionen sin pensar en la papeleta de voto y que luchen por mejorar la vida de las personas, tanto si hace sol como si llueve.

Estoy convencido de que, si seguimos ese camino, conseguiremos una política más auténtica, más transparente y más cercana a la gente. Una política que no se defina por el poder, sino por la vocación de servicio a la comunidad.

En fin, aunque estoy a punto de dejar mi cargo político, pero mi compromiso con la Conca d’Òdena no termina aquí. Continuaré luchando por lo que creo (haciendo política, sin duda, en el día a día), con la misma determinación que movió a Alejandro Magno, allá por el siglo IV aC: estoy dispuesto a quemar las naves, si es necesario. Porque, al fin y al cabo, esto es lo que significa ser un servidor público.

Artículo publicado en La Veu de l’Anoia el 26/05/2023

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